Antigua fábrica textil Ses Llistes

Trabajadores limpiando el algodón con els batans. Fotografía cedida por Albert Aguilera  

En el camino de sa Cabana des Pont d’Inca encontramos una de las varias muestras de patrimonio fabril más destacadas y singulares que caracterizan esta zona de tradición industrial. Conocida popularmente como sa Fàbrica de Ses Llistes, esta construcción es un reflejo de aquel tiempo de expansión industrial, cuando eran numerosas las fábricas de alambradas y tejidos en varios lugares de la isla, resultado del triunfo de la moderna industria algodonera en el siglo XX. Incluso, durante la Guerra Civil, la única industria textil de que disponía el bando sublevado era la de Mallorca.

Vista aérea, 1950. Fotografía cedida por Albert Aguilera. 

Sa Fàbrica de Ses Llistes fue creada el 1923 con el nombre de “Ca’n Rul·lan” –Pedro Antonio Rullan S.– y posteriormente, con el cambio de propietarios en 1928, se cambió a “Compañía Algodonera Balear S.A.”. Finalmente, se traspasó de nuevo bajo el nombre de “Textil Mallorquina”. Al ser un edificio innovador, se encargó en un despacho de arquitectura de Barcelona. Se trata de una sucursal de una fábrica principal que estaba en Sóller. Aquí encontraron las condiciones idóneas para su establecimiento, como fue la transportación de los productos mediante el ferrocarril –antiguamente dedicado exclusivamente a vagones de mercancías–, o la utilización del torrente Gros para el vertido de residuos, así como ventajas en cuanto a los impuestos.

En esta fábrica trabajaban entre 150 y 180 personas, mayoritariamente mujeres, donde se elaboraba todo el proceso: desde la alambrada del algodón hasta su tejido, teñido o confección de prendas de ropa. Por este motivo, adosada a esta, la misma empresa instaló, alrededor de los primeros años del 1940, una fábrica de hilaturas que se encargaba de la transformación de la fibra en hilo.

Se llegó a tener en funcionamiento hasta 94 telares. La manufactura de esta empresa funcionó hasta el 1972 debido a una crisis promovida por varios factores: competencia con Cataluña, carencia de modernización, carencia de adaptación a las nuevas materias primas como las fibras sintéticas, etc. El último propietario, Damià Mayol, dio los antiguos edificios siempre que el proyecto fuera con fines educativos. Es por este motivo que el 1980, la cooperativa de enseñanza Es Liceu se estableció. Se encomendó el proyecto de rehabilitación al arquitecto Sebastià Cruelles, proyecto que ganó un premio de recuperación de edificios.

En cuanto a su estilo y tipología, según los archivos del colegio Es Liceu, esta construcción fue la primera fábrica construida en Mallorca con diseño típicamente industrial, puesto que antes estas se realizaban en edificios de tipología tradicional. La edificación es característica de las fábricas de Cataluña y calca el modelo industrial inglés. Destaca el entramado de hierro que sustenta el edificio y que permitió tener una nave sin columnas centrales por una mayor optimización del espacio o la utilización de remaches en vez de soldadura. Además, fue la primera edificación industrial en Mallorca que empleó el cemento portland.

Este hecho supuso una complicación para los maestros de obras de aquella época que no sabían cómo aplicar la técnica ni como almacenar los sacos de hormigón, puesto que era un material que se endurecía muy pronto cuando se bañaba. Su diseño contempló, también de manera pionera, la construcción de viviendas adosadas para las obreras y obreros de la fábrica que disponían de una vivienda con jardín, siguiendo también el modelo anglosajón. Es la única muestra que queda en Mallorca de este tipo de construcción.

Casas de los trabajadores. Fotografías cedidas por Albert Aguilera.
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