Hostales d’es Pont d’Inca

Por qué existían hostales en el Pont d’ Inca

Es Pont d’ Inca es lo más joven de los núcleos históricos de Marratxí, pero también aquel que más rápidamente creció debido a su ubicación estratégica entorno a la carretera de Inca y en el límite con la Ciudad. A partir de la segunda mitad del siglo XIX se empezaron a establecer diferentes hostales gracias a esta situación. Estos viajeros procedentes de la parte foránea hacia Ciudad necesitaban un punto para alojarse, ya fuera para guarecerse, comer o dormir, puesto que las puertas de Palma se cerraban por la noche y no se abrían hasta al día siguiente, de forma que era habitual pasar la noche en estos hostales y partir a primera hora de la mañana.

Vista de las primeras casas d’Es Pont d’ Inca tomadas desde el puente del Torrent Gros. A la izquierda uno de los hostales detrás el cual se puede observar el edificio de Sa Farinera y, a la derecha, Can Fluixà, todavía existente. Fuentes Andreu Muntaner. Impresa el 1904.

Estas construcciones se solían situar generalmente a los márgenes de las principales calles que comunicaban los pueblos con Ciudad. Especialmente estos caminos eran utilizados por los trabajadores y trabajadoras, como gente del campesinado que iba a vender al mercado de Palma –traginers o tragineres-, o gente que viajaba expresamente por otras razones. A pesar de que entre el Pont d’ Inca y Palma también había otros hostales, muchos se estimaban más parar en Marratxí porque afirmaban que el vino era más barato y de mayor calidad.

Cómo diferenciarlos

A nivel arquitectónico no se diferencian mucho de la casa típica mallorquina pero se caracterizan por ser más anchas que las casas habituales, donde la fachada principal encontramos una gran  porchada de tejado con pilares o columnas que puede llegar a ocupar todo el edificio, tanto de ancho como de alto. Este gran soportal servía para el cobijo de los carros y las bestias. En cuanto a la distribución general interna, lo más común era utilizar la planta baja como un gran comedor y cocina a partir de una única sala. La planta de arriba se reservaba para las habitaciones donde se dormía conjuntamente.

El 1902, una vez derrocadas las muradas de Palma, estas construcciones perdieron el sentido y se reconvirtieron a principios del siglo XX. Hoy en día podemos identificar en algunos edificios de la actual avenida de Antoni Maura muestras de estos antiguos hostales, reconocidos especialmente por su porchada arcada.

Por ejemplo, los números 12 y 45 son edificios que conservan una tipología de porchada casi desaparecido en el núcleo, puesto que gran parte de las que han llegado hasta hoy estaban configuradas por arcos rebajados. Otros ejemplos los encontramos a ca’n Berruga (n. º 24), ca’n del Valle (n. º 28), ca’s Ferrer (n.º 26) y ca’n Vermell (n.º 71-73). En otras fachadas todavía podemos distinguir los arcos, hoy tapiados.

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