Església de Sant Marçal
La primera iglesia que se conoce que existió en Marratxí fue en el siglo XIII, años después de la conquista de Jaume I. Esta pertenecía a Santa Maria del Camí y estaba dedicada a Sancta Maria de Barraxino. Un siglo después, Sant Marçal pasó a ser el santo titular de Marratxí.
Parece que la iglesia cambió de ubicación en varias ocasiones, hasta que en el siglo XVI se construyó un templo en estos terrenos propiedad de la posesión de Son Verí. No será hasta el 1699 que empezó la construcción que vemos hoy en día, y que, muy rápidamente, en los primeros quince años, se construyó la mayor parte. Se trataba de un templo totalmente aislado en medio del chaparral, puesto que todavía no había nacido el pueblo de Sa Cabaneta. Por eso a mitad del siglo XX se mandó la construcción de casas nuevas así como la instalación del teléfono, entre otras mejoras.
La obra fue encargada al maestro de obras Lluc Mesquida, prestigioso picapedrero que llegó a obtener los cargos de maestro mayor y primer arquitecto de Ciudad. Hay que tener en cuenta, pero, que esta iglesia nos ha llegado bastante modificada, puesto que en el siglo XIX y XX sufrió importantes procesos de reforma. El conocido terremoto de 1851, que derrocó parte de la Catedral de Palma, y afectó al Palacio de la Almudaina y otras parroquias de varios municipios, también afectó en la iglesia de Sant Marçal. Obligó a decir las misas en el exterior, por miedo a los derribos, hasta que se reconstruyó la nueva fachada actual.
El estilo originario de la iglesia es barroco, a pesar de que la fachada principal, de mitad del siglo XX, nos recuerda a los templos clásicos. Uno de los signos más distintivos desde la lejanía son las torres gemelas con cúpulas en forma de bulbo, que funcionan a modo de campanario. A la mayor, na Bàrbara, se puede leer en latín: “Santa Bàrbara, liberadnos de rayos y tormenta. En Joan Cardell y Rebassa m’ha fet”.
El interior del templo imita el modelo que se utilizaba en la época gótica: una sola nave con cinco capillas laterales y un absis semicircular, que es el espacio donde se sitúa el altar. Adentro encontramos representadas las diferentes fases del desarrollo del barroco. El valor artístico del templo se debe a la gran cantidad de obras que contiene y su calidad, como los retablos de Joan Deyà, uno de los escultores más valorados del siglo XVIII en Mallorca, quien recoge influencias italianas, francesas y germánicas. Destaca especialmente el reluciente retablo mayor, dorado con 3.000 panes de oro, a pesar de que la imagen de Sant Marçal que lo preside es anterior, de finales del siglo XV. Otras piezas a destacar son el templete barroco o el retablo gótico del sagrario del altar mayor, atribuido a la escuela de los Homs, una de las más importantes de la época.
Antiguo portal del cementerio y Sa Rectoria
A la izquierda de la iglesia encontramos adosado el antiguo cementerio de Sant Marçal, del cual se conserva un interesante portal de piedra, obra del barroco tardío del siglo XIX que luce con una cruz latina de hierro. Por otro lado, al lado derecho, la vicaría, también de estilo barroco y que fue construida en el siglo XVIII y con algunas reformas en el siglo XIX.
Las casas comunican a través del archivo y la sacristía y se organizan alrededor de un patio central con jardín. Destaca la escala imperial y el conjunto de la cisterna y la pica, todo de piedra viva, además del manantial con pica que lleva inscrita la fecha de 1649, la cual se cree que proviene de la antigua pica de bautismo.
El 30 de junio, coincidiendo con la festividad de Sant Marçal, patrón de Marratxí y abogado del dolor y de todo mal, llegan de todos los pueblos de Mallorca para venerar al santo. Es conocido el peregrinaje recorrido desde Palma para beber agua de la cisterna, a la cual se asocian supuestas propiedades curativas. Así mismo, otros acontecimientos relacionados con el patrimonio inmaterial llevado a cabo en este templo es la tradición de hacer la cama de la Virgen María muerta durante la festividad de la Mare de Déu de Agosto.
Cruz de terme de Sant Marçal
Los humanos siempre han necesitado de la protección en los caminos. En honor a Hermes –o Mercurio–, dios guardián de estos, ya fueron levantados cúmulos de piedras, origen de la posterior herma, pilar de piedra que los griegos ubicaban en los cruces y que marcaban las fronteras y los límites de las propiedades. Los romanos también colocaron piedras representando al dios Terminus, protector de los límites. A pesar de que el origen es incierto, se cree que con el proceso de cristianización, todas estas representaciones paganas fueron sustituidas por cruces. En la Europa Occidental, durante la baja edad media, entre los siglos XI y XV, era común ver un buen número de cruces en las entradas y salidas de las poblaciones o en los caminos. Inicialmente estas no eran más que simples cruces de hierro o de madera. Se podrían considerar los primeros monumentos escultóricos cristianos.
En la península Ibérica, las primeras cruces llegan al norte, concretamente a Galicia, donde se conocen como cruceiros, en el contexto de la evangelización realizada por frailes bretones e irlandeses introducidos a través del Camino de San Jaime. Es a partir de aquí que se extienden hacia la antigua corona catalanoaragonesa en los primeros cruceros asociados con el camino francés de peregrinación en Santiago de Compostela, durante su punto álgido en los siglos XII y XIII. En Mallorca, nos llegarán desde Cataluña después de la conquista de 1229.
Las cruces de término, a pesar de su nombre, no siempre indicaban donde finalizaba una villa o ciudad, puesto que tenían varias funciones. Además de la función indicativa, también eran empleadas como puntos de bienvenida y despedida que, con imágenes como la de Cristo y la Virgen María, intentaban instruir y fomentar la piedad de los viajeros, marcando la identidad cristiana del territorio. Además, representaban el poder de los señores de la tierra, de los pueblos o de las ciudades. Es por eso que con las imágenes religiosas aparece el escudo del señor o del municipio. También existen las cruces conmemorativas, para demostrar algún favor recibido; las cruces de cementerio, ubicadas en los cementerios, para simbolizar la muerte cristiana; las cruces penitenciales, en recuerdo del cumplimiento de una penitencia, o las cruces de calvario, ubicadas cerca de iglesias o capillas y que representan la muerte de Cristo.
En el caso de Mallorca tenían como finalidad señalar los puntos divisorios de los términos municipales, indicar el centro y las avenidas principales de las poblaciones, conmemorar fechas o servir como elementos protectores. Según Néstor Carda, autor del libro Las cruces de término de Mallorca, actualmente existen en la isla entre 170 y 180 cruces de término.
La cruz de Sant Marçal es la única cruz de término del municipio. Es de estilo historicista, de los años 30 del siglo XX, y sustituye una cruz más antigua, la cual se ubicaba ante la vicaría, al lado del antiguo camino que pasaba ante el portal de la iglesia. De cruz latina, representa en su cara norte la imagen de Sant Marçal, en la cara sur el escudo de Marratxí, en la cara de Poniente el escudo del Obispo Miralles y en la cara orientada al Levante, el escudo de la familia Crespí Bestard, quién subvencionó parte de la cruz. La cree que la corona es latina, donde se representa un Cristo crucificado y los símbolos de los Evangelistas en los brazos.